El relato de una testigo del allanamiento coloca a Angélica Paine en la cocina de su vivienda mientras la policía realizaba el allanamiento en su propiedad en la búsqueda de evidencia que la pudiera vincular al caso. Según la mujer que ofició de testigo del allanamiento, la actitud de la mujer era tranquila y le reclamaba a los policías que revisen todo.

Silvia Carriqueo, es vecina de Angélica Paine desde hace mucho tiempo y también desde hace muchos años es portera del jardín Mundo Nuevo, en donde Micaela Bravo fue vista por última vez.

El día de la desaparición, Micaela llegó al jardín para participar de una actividad que estaba prevista por la dirección del establecimiento educativo y dijo Carriqueo que ella le abrió la puerta y la saludó, como cada vez que la veía. Explicó que la conocía desde hacía muchos años y la consideró una buena persona.

Al pedirle precisiones, la mujer explicó que ese día estaba realizando el reparto de los platos de comida para el almuerzo y vio que Micaela golpeaba la puerta. Le abrió, se saludaron y ella continuó con sus actividades. Momentos después la vio hablando por teléfono y después no la volvió a ver.

Horas más tarde Carriqueo fue convocada para suscribir las actas del allanamiento en el domicilio de Angélica Paine en calidad de testigo y narró una conversación en la que Paine le dijo un día después de la desaparición que ella no conocía la relación que su hijo tenía con Micaela. No obstante esa porción del relato, Carriqueo contó que cuando Colipi llegaba a la noche de su trabajo, discutía con Paine cuando ella le reprochaba la relación con Micaela. Dijo haber escuchado desde su domicilio las discusiones y los gritos del joven: “No mamá, no me pegues”.

Detalló que el día del allanamiento Paine estuvo todo el tiempo en la cocina de su pequeña vivienda y le reclamaba a los policías que busquen y revisen todo.