Era sábado, a las tres y cuarto de la tarde. La naturaleza hizo sonar su estruendo más profundo y en pocos minutos el día se transformó en noche. Nadie entendía bien lo que estaba sucediendo, algunos corrían para entrar a sus mascotas, otros trataban de ubicar a sus familiares. La única vivencia colectiva era una lluvia de gruesas cenizas que caía sobre toda la ciudad mientras los truenos no dejaban reaccionar y los rayos iluminaban por segundos la secuencia.

Se había abierto una fisura en el cordón volcánico Caulle, junto al Puyehue, 90 kilómetros al noroeste en línea recta de Bariloche y 40 al oeste de Villa La Angostura. Toda la región se cubrió de cenizas y el verde al que estamos acostumbrados, ya no estaba.

En un principio comenzó a circular la advertencia de la toxicidad que se respiraba, pocos tenían barbijos en sus hogares y en horas se terminaron en las farmacias. Las góndolas de los supermercados se vaciaron en primer lugar de agua mineral y papel higiénico y luego de alimentos.

Todos paleaban pero nadie sabía qué hacer con tantos residuos internos del volcán, se cerró el aeropuerto y Bariloche quedó totalmente sumergida en la incertidumbre. La actividad sísmica continuó a lo largo de la tarde y entrada la noche, la comunidad no sabía a ciencia cierta qué debía hacer.

Al día siguiente hubo que ponerse a trabajar, sacudir las plantas, limpiar los techos y las veredas, no fue una tarea simple, puesto que, en algunos sectores de la ciudad, la capa de arena superaba los quince centímetros.

La solidaridad de los barilochenses una vez más se puso de manifiesto, ya no se trataba de hacer algo a nivel personal: cuadrillas de voluntarios salieron a limpiar las calles y las escuelas.

La tan esperada temporada invernal se vio totalmente opacada y seguía sorprendiendo el color esmeralda de las aguas del lago Nahuel Huapi.

Fue cuestión de tiempo para que la actividad de la comunidad se volviera a poner de pie una vez más. Aún, en diferentes sectores de la Línea Sur o en los laterales de la ruta hacia paso Samoré, se pueden ver las montañas de cenizas recordando la fuerza de la Naturaleza.