2022-06-16

COMPARACIÓN INJUSTA

La niebla de Bariloche, nada que ver con la de Londres

Las tradicionales neblinas londinenses tuvieron más que ver con la utilización del carbón como combustible que con los aportes del río Támesis. La Gran Niebla de 1952 provocó miles de muertos.

“Se parece a Londres”. Las densas nieblas que envolvieron a la ciudad durante el último fin de semana y provocaron inconvenientes en el tráfico aéreo retornaron el miércoles, para complicar el desenvolvimiento habitual de la ciudad, en particular, de los barrios del Sur. Tanto en redes sociales como en charlas de café se utilizó una comparación, consabida siempre que la visibilidad se reduce ostensiblemente: “parece Londres”.

Como se verá, equiparar la atmósfera de Bariloche y sobre todo la calidad del aire con la que caracterizó a la capital británica durante buena parte de su historia, es bastante injusto. Es que “las famosas nieblas que hubo en Londres hasta mediados del siglo XX se debieron a la mezcla de las neblinas y las brumas del río con el humo del carbón, mezcla que resultó sumamente tóxica y en ocasiones mortífera durante los siglos en que se dio”.

El que firma tomó la cita de “Las rosas de Orwell” (Lumen 2022), libro que tiene como autora a la estadounidense Rebecca Solnit y que precisamente, gira en torno a la figura de George Orwell, el afamado autor de “Rebelión en la granja” y “1984”, entre otras obras de relieve. La reflexión a propósito del carbón tiene que ver con un texto del inglés, que se tituló “El camino de Wigan Pier”, en el que retrató sin sutilezas el salvaje ambiente de explotación que sufrían los mineros que trabajaban para extraer el combustible de las entrañas de la tierra.

Para Scolnit, “el carbón como combustible fue (y es) un desastre colosal para la salud humana”. El paréntesis está en el original. Hubo momentos que fueron particularmente desastrosos: “el episodio más conocido es el de la Gran Niebla de 1952, que durante cuatros días oscureció la ciudad con humos tan densos que los vehículos y viandantes no podían circular por las calles”. Tampoco había visibilidad al interior de teatros u otros espacios cerrados.

La autora se tomó el trabajo de investigar o, mejor dicho, de compartir los resultados de algunas investigaciones, porque se estudiaron los componentes de esa niebla tóxica: 1.000 toneladas de partículas de humo, 2.000 toneladas de dióxido de carbono, 140 toneladas de ácido clorhídrico, además de 370 toneladas de dióxido de azufre, “que se convirtieron en 800 toneladas de ácido sulfúrico”.

Para pedalear, calidad del aire: excelente. Foto: Matías Garay.

Según la autora, “la fórmula se parece un poco a la de los gases tóxicos de la Primera Guerra Mundial y, al igual que la guerra química, causó víctimas. La cifra de los cálculos iniciales, según los cuales en el episodio de la niebla tóxica fallecieron cuatro mil personas, ha aumentado: se supone que en realidad murió el triple de londinenses y que otras personas perdieron la vida a causa de la persistente contaminación atmosférica”. En cambio, más allá los inconvenientes de visibilidad, la niebla patagónica no mata directamente a nadie.

Con problemas pulmonares crónicos que finalmente, provocaron su muerte prematura, era comprensible que Orwell eligiera la campiña británica para vivir, en vez de respirar el aire mortífero de Londres. Al mediodía del miércoles, cuando el periodista redactaba estas líneas, la niebla limitaba ostensiblemente la visión en el Alto de Bariloche, pero la página web de Accuweather definía a la calidad del aire como "Excelente". En su léxico, quiere decir que “es idónea para la mayoría de personas; puede disfrutar de sus actividades al aire libre con normalidad”. Con la de Londres, nada que ver.

Te puede interesar